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miércoles, 12 de octubre de 2016

PAREJA Y FRACASO POR NO SABER CONSTRUIR.

Mi experiencia como terapeuta de parejas, tras 23 años de práctica clínica, junto a los estudios de investigación realizados, hace concluir que las parejas están mas preparadas para reproducirse que para formar una pareja. Cuando hablamos de formar una pareja, hablamos de construirla. Llama poderosamente la atención a los que quedan reducidos ciertos hombres y ciertas mujeres tras un tiempo de convivencia. Observamos un empobrecimiento absoluto del amor, del deseo, descartando cualquier posibilidad de futuro que no sea un dejarse llevar por lo años hasta envejecer o morir en el anonimato. Tras la reproducción he observado que toda la energía de la pareja se concentra en ver crecer a los hijos, hasta la llegada de la adolescencia o primera edad adulta donde estos comienzan a salir o independizarse. Momento en el cual, esos padres que cada vez lo van siendo menos, comienzan a enfrentarse a otros espacios, otros tiempos donde el vacío de los hijos, les enfrenta a ver mejor al otro y a sentirse a veces como desconocidos. Son esos momentos de reflexión donde ese hombre y esa mujer se preguntan acerca de los años vividos y de los años por vivir. Un vacío que les hace mirarse fuera de la pareja. El mira, ella mira. Se busca el deseo y el amor a veces en otros. La pareja necesita de estímulos externos para continuar, aunque dicha búsqueda proporcione cierta culpabilidad moral.

Es fácil ver cómo ambos quisieran regresar, encontrar lo no vivido, satisfacer múltiples fantasía no llevadas a cabo. La pareja cumplió con su papel reproductor y ahora dónde quedan ellos.? No hay pareja que no se haya hecho esta u otra reflexión con respecto a lo que significa el tiempo de su vida. Hay una verdad y es la temporalidad, lo que termina. Las personas valoramos mas el tiempo cuando la juventud afloja y asumimos que lo que no sea vivido jamás podrá serlo. Reflexiones que no pueden hacerse en voz alta, es decir, la pareja no sabe cómo hablarlo porque suele ocurrir que ciertas cuestiones no saben expresarse sin originar agresividad o celos en el otro. Los caminos de la palabra siempre son los más cercanos a nuevas posibilidades. Se puede ser optimista y vivir cada etapa de la vida bajo nuevos deseos y nuevos amores dentro de la pareja. La cuestión es si se puede construir una pareja nueva con los restos de la anterior.? (continuará)

domingo, 10 de julio de 2016

MI HIJO SE DROGA. Mecanismo y tratamiento de las drogadicciones (1ª parte)

La drogadicción, la adicción a drogas donde incluimos el alcohol, la cocaína, el hachis, la heroína o las pastillas, son consideradas por el psicoanálisis como casos que podemos incluir dentro de las llamadas neurosis.
Definimos por neurosis un mecanismo mental que le hace apartarse a la persona de un fragmento de la realidad porque esta se le hace insoportable.
La persona neurótica vive excluida de esa parte de la realidad y la sustituye mentalmente por una nueva realidad imaginaria. En el caso de la droga, esta forma parte de la nueva realidad imaginaria, de la que hablaremos.
El fracaso de los tratamientos de drogas, en el sentido de las recaídas y de lo poco efectivas que llegan a ser a veces las terapias de desintoxicación, es debido a que no se considera que existe un conflicto de base inconsciente en la personalidad del adicto.
Este tipo de terapias se basan en desintoxicar a la persona y tratar de fortalecer la voluntad de su yo mediante técnicas de refuerzo conductuales.
Estas terapias reprimen y tapan el conflicto inconsciente, de manera que tras un tiempo de efectividad, donde la persona parece que se ha curado de su adicción y que ya tiene voluntad para controlarla, vuelve a recaer.
El problema radica en que no se trató el foco inconsciente pero el error es no tener en cuenta la existencia de una parte de la mente que se llama inconsciente que es donde se halla el conflicto sin resolver.

En psicoanálisis sabemos por la experiencia clínica  que después de un tiempo de reprimir cualquier tipo de conflicto, este  vuelve manifestarse en forma de repetición, es decir, lo que llamamos “ el retorno de los reprimido”. Llevamos 30 años observando que cuanto mas fuertemente se reprime un conflicto inconsciente, con tanta mayor violencia está condenado a reaparecer.
Lo observamos en las drogadicciones, en el trastorno obsesivo compulsivo y en la depresión.
El problema de la neurosis del adicto es que según recae-  las recaídas no dejan de ser mas una reactivación del conflicto inconsciente sin tratar- , la persona va sufriendo un daño orgánico por el consumo de la droga, bien sea alcohol, cocaína, hachís, heroína, tabaco. Ante el daño orgánico el tratamiento psicoanalítico ya no puede hacer mucho. Lo comparamos a cualquier enfermedad orgánica que en sus comienzos es mas curable que si se la deja evolucionar, llegando a cronificarse o matando al enfermo.
Si analizamos la personalidad del adicto, observamos un egoísmo en el mismo y siempre una relación cercana a intima a la figura materna. Hay un paralelismo entre la droga y el sujeto y de la relación madre e hijo. El y la droga son uno, ya que la droga se incluye en el cuerpo y forma parte del organismo.

El adicto no puede esperar, engañan, roba, es egoísta y no le importa nada de su alrededor salvo solo conseguir aquello que calmará su ansiedad. Es igual que un niño pequeño caprichoso que no puede esperar cada vez que tiene necesidad de alguna cosa. (continuará)

domingo, 10 de abril de 2016

INFIDELIDAD PROGRAMADA

Tras 24 años de tratar a pareja que acudían por motivos de infidelidad, puedo certificar que una infidelidad cuando es descubierta por la parte contraria es una infidelidad programada, es decir, deseada. La persona que descubre la infidelidad ha sido debido a “un descuido” de la persona infiel. Un chat abierto, un ordenador encendido, un washup abierto, una mentira descubierta… pruebas que son pistas para que la otra persona descubra “la supuesta infidelidad”. Digo supuesta porque este tipo de infidelidades descubiertas, desde el punto de vista del psicoanálisis, no son una infidelidad como tal define el término, sino que son la manifestación de un deseo sexual de la pareja que por cuestiones morales no logran exteriorizar en la conciencia y  cuya satisfacción, sucede de manera inconsciente en la realidad.
La primera pregunta que nos hacen es, ¿cómo puedo querer o desear que él o ella se vaya con otra persona?
Tendríamos que diferenciar lo que es una infidelidad amorosa de una infidelidad sexual, en el sentido que puede parecer lo mismo pero las causas que la motivan son distintas.
Lo cierto es que una infidelidad vuelve  a levantar pasiones amorosas dormidas dentro de la pareja. La mayoría de las “supuestas infidelidades” descubiertas, sumergen a la pareja de nuevo en el deseo. (continuará)



domingo, 24 de enero de 2016

¿Qué hago si tengo deseos o tentaciones de infidelidad hacia mi pareja?

La pareja, como cualquier estructura humana, atraviesa en sus inicios por un momento de enamoramiento, que permite el acercamiento al otro para sentirlo como alguien conocido en el cual depositamos nuestra confianza.
En esta fase inicial, idealizamos al otro, es decir, resaltamos sus excelencias generalmente para producir una hipervaloración y tener la sensación de que el otro viene a ser “lo que nos falta”.
Esta sentimiento de “completud” que produce el enamoramiento, permite crear un clima de confianza, donde la pareja, baraja posibilidades futuras de planes, tanto en el plano de la convivencia como en el de la reproducción.
El futuro inicial de toda pareja es la reproducción, es decir, concebir una estructura familiar para el desarrollo y permanencia de la especie. Somos especie, por lo tanto, la producción de una estructura familiar es una de las primeras consecuencias a las cuales aspira toda pareja.
Por norma general, la primera pareja “seria” que tenemos, está dirigida a la reproducción de hijos manera inconsciente, es decir, a la creación de una familia. Tanto es así que el 1 de  cada 3 pareja, se separan tras la llegada del primer o segundo hijo. La cordialidad necesaria para concebir un hijo, da paso después a la aparición de muchas diferencias dentro de la pareja que hacen que se separen.
Esta pareja, podemos decir que su única función, fue la de tener hijos pero no ha constancia de que hubo pareja, ya que cuando hablamos de pareja, hablamos de hombre y mujer y no tanto de padre y madre, que ya hemos visto que para ser padres, no hace falta ni siquiera estar en pareja.
Una vez que la estructura familiar se ha producido, el paso a pareja tiene ciertos grados de dificultad porque las diferencias en el carácter, la personalidad, restan mas que sumar y debería ser lo contrario: cuanto mas diferentes son las personas, mas posibilidad de intercambio. Sin embargo, buscamos que el otro se parezca a nosotros, que el otro y yo parezcamos la misma persona. Semejante idea produce a la larga mas discordias que beneficios, porque para que dos personas se parezcan, en algo tienen que anularse a sí misma y esto, no siempre da buenos resultados.
Cuando hacemos al otro parecido a mí o creemos que es parecido a mí, ocurre que en algo “desatendemos al otro”. Creer que el otro es una parte mía o porque se parece, creerse que ya le pertenece, hace que de manera inconscientes caigamos en el “abandono del otro” ( continuará)