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martes, 26 de abril de 2011

Cuando el dolor es una droga

El amor es un sentimiento civilizador, capaz de hacer a una persona renunciar a sus intereses personales por los demás. El amor de pareja, está tocado por el sentimiento de los celos, de manera que sirven para proteger a la pareja de influencias externas. De hecho, la mayoría de las parejas acaban restringiendo en gran parte su relación con el mundo a modo de protección. Es sabido que la pareja, el matrimonio está contínuamente bajo nuevas y variadas tentaciones- entre ellas internet-. Tal es así que el amor puede sucumbir cuando no se cumplen ciertas espectativas. La demanda de amor, por norma general, tanto en el hombre como en la mujer puede llegar a ser insaciable, hasta el punto que puede crearse una dependencia extrema hacia el amor de la otra persona que llega a producir los mismos trastornos emocionales, psíquicos y fìsicos que cualquier otra drogodependencia. Es decir, que el amor, como sentimiento de producir seguridad o de sentirse seguros, puede producir dependencia. Dicha dependencia puede tener diferentes connotaciones en el hombre y en la mujer dependiendo de los modelos de educación y de ciertas constelaciones psicológicas. Hay mujeres extremadamente dependientes del amor de un hombre y hombres extremadamente sometidos al amor de una mujer. Lo que si podemos decir es que el amor, cuando sobre pasa ciertas cuotas de energía, la persona que ama se enpequeñece frente a la persona amada, que queda engrandecida. Cuando se ama, algo se pierde aunque algo se gane. Cuando somos amados nos sentimos más seguros pero no es así el que ama, que puede llegar a sentirse en condiciones mas desfavorables. Amar, no es tanto del orden de dar y recibir. No existe el amor recíproco aunque sea lo que se busca. Cuando se ama, algo se pierde y por eso se reclama al otro nuestra parte de amor. También la vivencia del amor nunca es igual para todos. El que da siempre siente que da mas que recibe y de ahí una insatisfacción. Pero el amado puede sentirse también insatisfecho por mucho amor que reciba. ¿ Dónde está el límite?. Para entenderlo, debemos remitirnos a los orígenes del psiquismo humano y mas en concreto al llamado Complejo de Edipo ( continuará )

lunes, 11 de abril de 2011

ORIGEN DE LOS CELOS DELIRANTES-PARANOICOS EN EL HOMBRE

Una pareja jóven, recién casada, acuden a terapia de pareja debido a la aparición de unos celos delirantes, con tintes paranoico en la figura del hombre. Su delirio celoso consistía en " pillar a su mujer in fraganti " coqueteando con otros hombres en diversas situaciones: saludar amablemente a los hombres del vecindario, mirar al conductor del autobús, dejarse la cama sin hacer, dedicarse mucho tiempo al arreglo personal, comprarse ropa, maquillaje, hablar por teléfono sin saber a quien, etc… La situación llegó hasta un límite donde se rozó casi la agresión física. Nuestra mujer, una persona bastante clásica y de moral fija, se encontraba desesperada ante la situación. No comprendía por qué todo el delirio celoso se producía al día siguiente o a las horas de haber llevado a cabo un coito satisfactorio. Un análisis exhaustivo del caso, permitió descubrir que el hombre padecía de poderosos deseos homosexuales inconscientes. Dichos deseos eran, por supuesto, inaceptados por la conciencia del individuo y jamás podría llevar a cabo la realización de los mismos. La energía de dichos deseos homosexuales, se habían desplazado a la figura de la mujer y el sujeto había encontrado una " eficaz solución a su problema". Transfirió todos sus deseos homosexuales a su mujer, bajo la fórmula: " no soy yo quien desea a los hombre, sino que es ella.". De esta manera sus deseos se habían canalizado pero bajo el mecanismo de los celos. Justo aparecían después del coito porque al satisfacerse los deseos heterosexuales, era más fácil que los deseos homosexuales, hicieran su aparición bajo el relajamiento de la resistencia. Una terapia psicoanalítica de un año, le hizo reconciliarse con su homosexualidad latente y se curó de los celos delirantes.