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miércoles, 28 de agosto de 2019

¿BUSCAS UN ASESOR CONSEJERO MATRIMONIAL?

En mi experiencia como psicoanalista en terapia de parejas, he podido comprobar que prácticamente el 100% de los problemas de pareja están ocasionados por una relación inmadura que no deja de ser el reflejo o espejo de la personalidad inmadura de ambos miembros de la pareja. Es fácil acusar al otro de inmaduro después de estar viviendo o conviviendo mucho tiempo, sin plantearse la inmadurez misma del acusador también inmaduro. 
Sin embargo, si uno de los miembros de la pareja tiene un carácter inmaduro es porque la otra persona a contribuido al establecimiento de dicho síntoma en la pareja. La infidelidad amorosa, sexual, la falta de comunicación, el apego y dependencia a la familia original, la falta de ocupación de los hijos, los celos, el maltrato, todos y cada uno de los síntomas de pareja deben ser revisados desde la personalidad de los participantes en la misma. Ella no es menos inmadura que un hombre que muestra inmadurez o al contrario. Una mujer inmadura tiene detrás una figura que a coadyuvado a que ella sea de esta forma.
El psicoanálisis desvela cómo una pareja tiene síntomas porque tiene síntomas primitivos en la forma de ser. Es decir, los procesos mentales no se desarrollan de un día para otro sino que tiene un origen, un desarrollo y una eclosión. El punto final es un trabajo realizado a lo largo de un tiempo que finaliza en el síntoma de la pareja
Realmente la función del psicoanalista, no es tanto asesorar ni dirigir, sino psicoanalizar los aspectos inmaduros de la personalidad de la pareja que han contribuido a desarrollar el estado de malestar que hace insostenible la relación. 
Las causas mas frecuentes de problemas de pareja guardan relación con la perdida del amor y del deseo sexual. Digamos que son los pilares sobre los cuales se sostienen mayormente las relaciones. La monotonía, la comodidad y el abandono hace que el amor y el deseo se desplacen fuera de la pareja. Lo que atrae a dos personas forma parte del enamoramiento, que tras un periodo de tiempo, da paso al amor. Sin embargo observamos que uno de los síntomas mas frecuentes es que las dos personas suelen estar en posición de amados, es decir, buscan ser amados pero tienen dificultad para querer o amar y con respecto a la falta de deseo, mayormente suelen ser los prejuicios morales o la falta de entendimiento de la utilizad del sexo la que hace que se desplace el deseo. Los estudios que he llevado a cabo me han hecho entender que el sexo se utilizar solo para reproducirse y una vez que aconteció la reproducción, el sexo pasa a un segundo lugar o simplemente desaparece. Esta es mayormente la causa de buscarlo fuera de la pareja, contribuyendo al desarrollo o construcción de una infidelidad. Muchas parejas están dispuestas a separarse que a reconstruir su relación y por experiencia puedo afirmar que si no ha entendido la causa de tu fracaso, este vuelve a repetirse en la siguiente relación. 

domingo, 25 de agosto de 2019

PSICOLOGIA DEL MALTRATO (2)

El primer maltrato surge de la ambivalencia infantil que se produce en el desarrollo de la estructura edípica. Negar la existencia de dicha estructura es caer en el abismo oscuro de la falta de entendimiento del origen de la agresividad primigenia en el niño y en la niña. La estructura edípica (madre-niño-padre) es una estructura a tres y es necesario que se constituya para que se funde en el niño lo humano. La primera relación es con la madre. Eje fundamental sobre el cual se sustenta el desarrollo psicosexual y emocional del niño y de la niña. Es una relación imborrable cuya huella perdura para siempre a nivel inconsciente y así mismo es fuente de identificación y constitución de nuestro “yo”. La madre perdura en nosotros como gesto, como celos, como palabra, como imagen, como amor, como odio y como deseo. 
El concepto de posesión tiene su génesis en dicha relación. De hecho, la aparición de hermanos, la puesta en acto de la figura del padre, frente al niño, inaugura el sentimiento de los celos, basado en la percepción de sentirse abandonado, eje fulgurante del desarrollo de la agresividad y del odio. El niño, odia todo aquello externo a él que altera su bienestar. Egoísmo constitutivo que debe ser regulado a través de la privación. La demanda del niño es absoluta, igual que la del adulto en pareja. El niño no tiene límites en su demandar y todo en él es “yocracia o yoísmo” No le importan los otros y solo tiene interés por sí mismo, por su propio bienestar, por su propio disfrute. En el desarrollo de la ambivalencia afectiva, el ser humano desarrolla primero el odio sobre la base de los celos. Ante la pérdida de la situación de privilegio narcisista o egoísta que tiene con la madre, se inaugura en él, el sentimiento de odio y agresividad contra todo aquello externo a él que le hizo perder su situación de privilegio. Podemos decir que una madre, un padre que no regulan o no saben regular las demanda de su hijo, la falta del “NO”, los límites, el castigo, la puntuación, dejan abierto el recuerdo histórico de una primera experiencia de displacer mal regulada. 
Dentro de la psicología del maltrato, observamos una estructura madre hijo que guarda relación íntima con la frustración, la privación y la agresividad provocada por los celos. 
En el maltrato, hay una secuencia de continuidad y una falta de límites. Ante el desarrollo de posesión provocado por los celos, ya surge la tendencia agresiva y el odio provocado por el recuerdo imaginario de la estructura edipica. Ella o él siente celos de terceros. El desencadenamiento de dicho sentimiento, inaugura la primera manifestación agresiva ante la cual el celado es maltratado o agredido y lejos de poner límites a la situación, trata de evitar situaciones celosas, la mayoría imaginarias, para calmar al celoso. Este común error, hace creer al maltratador que el maltratado es de su posesión. De ahí, se recuerda inconscientemente el sentimiento de posesión que el niño egoísta tuvo hacia la figura materna y la ambivalencia amor odio que sintió hacia ella cuando descubrió que no era por entero de su propiedad. En el maltrato se repite lo que no se recuerda o lo que quedó como huella de recuerdo. El maltrato es la puesta en escena de una vivencia infantil no olvidada y deficientemente elaborada. El maltratador llega al asesinato como medio de calmar los celos pues no tolera que pueda ser abandonado u otro le quite su lugar frente a la persona que cree de su posesión. Mata, asesina por creer que tiene posesión sobre la persona que cela. Decimos que llegados a este punto, los celos han evolucionado de ser celos normales a ser celos paranoides, patológicos. La falta de intervención sobre una actitud agresiva inicial de unos celos normales es la base sobre la que se desarrollan unos celos paranoides patológicos que llevan a agresividad máxima que es la destrucción del otro (continuará)

domingo, 4 de agosto de 2019

PSICOLOGÍA DEL MALTRATO (1)

El acto final del maltrato, el golpe, la palabra agresora es el resultado de lo que en psicoanálisis denominamos construcción. Un maltrato, así como una separación, un divorcio, una vida feliz, también es una construcción de nosotros mismos.
El maltrato tiene un comienzo, un desarrollo y un final. No comienza nunca por el final, es decir, una suma de acontecimientos desde un inicio, pasando por un desarrollo, termina produciéndose el maltrato final. 
Hombres y mujeres, mujeres y hombres que padecen trastornos en la personalidad, terminan construyendo el maltrato por diferentes causas inconscientes.
¿Quiere decir que toda pareja que acaba en maltrato padece de algún tipo de trastorno o algún tipo de neurosis? La respuesta es afirmativa. Se van cediendo en las palabras y se termina cediendo en los actos. 
El maltrato tiene un claro origen en el llamado sentimiento de posesión del otro. Con asidua frecuencia, observamos en las parejas que ejercen el maltrato, que tiene una marcada tendencia al aislamiento y a la soledad. La causa mayormente suelen ser las conductas celosas en el hombre o en la mujer. Pero lo interesante es ver cómo ante el ejercicio de los celos, las parejas se aíslan para evitar la aparición de los mismos. Grave error, porque en vez de acudir a un especialista para tratar los celos, el aislamiento es la confirmación y así mismo un pacto de silencio sobre el llamado sentimiento de posesión. Una mujer que abandona sus relaciones para que su pareja no experimente celos, es colaboradora de la neurosis del hombre. Así mismo, todo hombre que ante los celos de una mujer, se aísla del mundo para ella no sienta celos, están colaborando a que ella siga siendo celosa pero en silencio. Este hecho, ya es el comienzo de hacer sentir al otro que es de su propiedad. El hecho de aislarse de los otros, hace que la pareja ejerza el derecho de propiedad sobre el otro. 
Los celos, si no se tratan, no desaparecen y cuanto más se reprimen, mas afloran a la conciencia. 
Pasemos ahora del aislamiento al primer gesto agresivo. Una discusión, un insulto, un empujón y un primer golpe. Arrepentimientos, perdón y promesas de no volver a suceder, pero sucede. Ocurre que ahora, la violencia se acrecentó, los insultos fueron mayores y quizás el golpe fue mayor. En esta fase, donde ya se comienza a desarrollar un acto de violencia, ¿porqué no se detiene? ¿Porque él o ella no corta, interrumpe, o busca ayuda? La respuesta posiblemente es que no lo necesitan y ellos pueden resolver su crisis o bien uno quiere hacer terapia pero el otro no quiere. ¿Por qué entonces, antes una situación donde uno de los dos se resiste a solucionarlo, la pareja continua? Aquí ya, se ha desarrollado una pareja con componentes sádicos y masoquistas. Uno agrede, el otro acepta. ¿Hasta cuando? Hasta un límite de tolerancia, porque una pareja, cuando pasa por un juzgado o por la consulta de un especialista, ya tienen un historial de haber construido en el tiempo una situación de maltratos. Tanto de él hacia ella como de ella hacia él. Siempre es algo mutuo y de no serlo, el que cede ante el insulto o ante la agresión, cede por algún motivo inconsciente que debe ser analizado. Las respuestas son variadas: porque le quiero, porque no quiero separarme, porque me da miedo. Pero ¿y si detrás de todas estas respuestas hubieran sentimientos inconscientes de culpabilidad, de arrepentimiento, debido a conflictos morales que lleva a construir dentro de la pareja un verdugo y una victima?
No es fácil admitir que es uno mismo, quien con el silencio, con la cesión, con la permisión contribuye a la creación de un maltrato. Lo cierto es que ciertos complejos psicológicos inconscientes, determinan nuestros actos y para agredir, siempre tiene que haber alguien que se deja y bien para dejarse agredir, siempre hay que tener a la otra parte que agreda. La psicología del maltrato, nos muestra que tanto los maltratadores, como los maltratados, padecen de una inmadurez sexual y emocional que determina la construcción y desarrollo del maltrato (continuará)