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domingo, 27 de junio de 2010

DEPRESION Y SEPARACION

Un hombre decide separarse porque afirma no querer a su mujer. Con la separación le surge una tristeza que lo embarga día a día y piensa que se ha equivocado. Pide volver y la mujer le acepta. Un año después vuelve a pasar por el mismo proceso. Esta vez acude a un psicoanalista. En la primera sesión, el especialista se da cuenta que el paciente está bajo un proceso de depresión. Desde hace dos años ha ido perdiendo el interés por todo aquello que era su vida, incluido mujer e hijos. El trabajo ha dejado de generarle placer y acaba achacando su estado de tristeza a la pérdida de amor hacia su mujer. En posteriores sesiones se confirma que el paciente padece de depresión, estado que le ha ido haciendo perder el interés por todo aquello que formaba su vida. Con frecuencia nos encontramos parejas que se separan aludiendo a una pérdida de amor o de deseo. Cuando esto sucede, debemos descartar que la persona no se haya bajo una depresión enmascarada. La depresión hace perder las ilusiones, el amor, el deseo hacia la vida. Como no se sabe el origen de la misma - ya que la causa es inconsciente- se piensa que la tristeza tiene que ver con haber perdido el amor hacia la otra persona y es al contrario, la depresión ha retirado el interés por la otra persona y por el resto de cosas, es decir, que la depresión ha sido la causante de la pérdida del amor y del deseo. No es fácil llegar a este diagnóstico, ya que las manifestaciones de un estado depresivo siempre están enmascaradas. Ante una separación de pareja por las causas citadas anteriormente, se debe descarta la existencia de una depresión, como causa principal de la crisis de pareja.

lunes, 7 de junio de 2010

FRUSTRACION AMOROSA Y NEUROSIS

Un de las causas actuales productoras de trastornos emocionales y de la conducta, suele ser la llamada frustración amorosa. Puede evolucionar a un estado de ansiedad e incluso a un trastorno depresivo. La persona, suele conservar su salud mientras su necesidad de amor está satisfecha por una persona y contrae un trastorno emocional cuando pierde a dicha persona y no encuentra un sustituto de la misma. La felicidad coincide aquí con la salud y la desgracia con las neurosis. Por tanto, la posibilidad de enfermar comienza con la abstinencia amorosa y sexual. La frustración ejerce una influencia patológica ya que provoca un estancamiento de la libido sexual y amorosa, sometiendo a la persona a una prueba de aguante consistente en ver cuánto tiempo podrá resistir tal incremento de tensión emocional y qué caminos elegirá para descargarse de ella. Algunas personas logran resolver dicho cuadro, poniendo su interés en otra persona. Sin embargo, otras personas, se quedan estancada, detenidas en la pérdida y a partir de ahí, su estado mental comienza a declinar de manera preocupante. Cuando se pierde a la persona querida o deseada, la persona cae en un estado de tristeza que cuando se prolonga en el tiempo, puede evolucionar a un estado de melancolía. Dicho estado se caracteriza por la falta de interés hacia el mundo exterior, hacia las nuevas relaciones, aparece un reproche de la persona hacia sí misma por no haber sabido cuidar a la persona perdida. Cuando la persona es abandonada, pueden aparecer sentimientos de venganza que a su vez hacen sentir mas culpable a la persona. El estado de melancolía puede generar ideas de suicidio, lo que le hace ser un estado mental harto peligroso. La persona no ha sabido aceptar la pérdida y todo el interés que antes tenía hacia la persona querida, se transforma en una mirada hacia su interior. Aparece por tanto un conflicto que la persona no logra resolver por sí misma, lo cual hace necesario una intervención terapéutica antes de que pueda producirse un desenlace fatal.