Si pudiéramos englobar tres apartados que sumados
hacen a la felicidad de una persona, hablaríamos del logro narcisista, del
logro del amor y del logro social.
El logro narcisista, hace a la felicidad que
experimentamos cuando un saber, un conocimiento o un goce nos toca nuestra alma
y sentimos haber experimentado un cambio que de algo nos libera. Este alivio
que experimentamos, que nos hace respirar en profundidad tiene relación con la
liberación que en todo ser humano produce el propio crecimiento.
El logro del amor, se produce cuando el binomio,
amar y ser amado se articulan y
funcionan recíprocamente.
Los logros sociales son consecuciones, éxitos que nos
colocan frente a los otros en una posición admirada.
Todos estos logros guardan relación con un sentimiento
muy común en el ser humano y que es la autoestima, la autoconfianza o su
contrario, la falta de seguridad en sí mismo.
Cuando nos falta el logro narcisista, el amor o lo
social, sentimos que dichas carencias son producto de la falta de seguridad en
nosotros mismos. No creemos en nosotros, no nos consideramos merecedores de
dichos logros porque algo nos retiene, algo nos dice que no podemos, que no seremos
capaces de ello.
Analizando el término falta de seguridad en uno mismo,
podemos darle una vuelta para tratar de entender que la persona que dice
sentirlo así misma se denigra, se rebaja, se trata mal, no se considera
merecedora, se critica, por lo tanto, al inseguro no es que le falte seguridad,
le sobra seguridad y su seguridad es creer que no es capaz. Nuestro amigo el
inconsciente, no juzga, no calcula, sólo le interesa manifestarse, mostrarse y
cierto es que tras una “falta de seguridad en un mismo”, se esconde una “gran
seguridad en la inseguridad ”, por lo tanto, para el inconsciente, la seguridad
como la falta de seguridad es una
manifestación de sus deseos. Tras la inseguridad se esconde un no puedo, no soy
capaz, no soy merecedor. Es decir, una cortina de humo. ¿De qué se esconde el
inseguro? ¿Quizás de su potencial? ¿De un temor a tener que modificarse? ¿De
tener algo que abandonar? El discurso, el decir del inseguro en su hablar,
muestra de lo que se esconde y es aquello de lo que dice querer o desear.
Frente al temor que me ocasiona la realización o consecución de mis deseos, se
halla una excusa para no abandonar. Es decir, la falta de autoestima o de
seguridad es una excusa frente a tres abandonos: para el logro narcisista,
tengo que abandonar mi narcisismo infantil (creerme que lo se todo). Para el
logro del amor y su reciprocidad tengo que abandonar el sentimiento de amor
exclusivo de mi madre. Y para el logro social, debo abandonar lo único que me
puede impedir ser social: la familia.
Y abandonar no es abandonar a la madre o a la familia, sino a uno mismo, a
las concepciones mentales que tiene sobre el amor de la madre o de la familia.
La falta de confianza no deja de ser una confianza mental en la seguridad que
me da la familia frente a lo social, en la confianza que me da la madre frente
al amor de un hombre o de una mujer y la confianza que me da creer en mi mismo
frente a la apertura de lo nuevo. Para tener autoestima, el psicoanálisis te
enseña a ser otros pero sobre todo a no ser tu mismo.
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