En las dos últimas décadas observamos que las relaciones de pareja se ha deteriorado de manera alarmante y comprobamos que las separaciones, los problemas de comunicación, amorosos, sexuales, educativos, familiares se han incrementado hasta el punto que se ha desarrollado una tendencia bastante agresiva entre los miembros de cualquier relación de pareja.
En las relaciones heterosexuales, observamos que impera un nivel de inmadurez psicológica en la relación de pareja que se establece entre sus componentes que hacen ver cómo los aspectos personales inmaduros neuróticos, se desplazan a dicha relación y deterioran la pareja hasta terminar en una separación la mayoría de las veces poco amistosa. Cuando analizamos por separado a los miembros de la pareja, encontramos que sobre la misma se desplazan elementos inconscientes sin resolver que la persona tenía anteriormente a la hora de constituir la pareja. Dentro de las carencias emocionales, nos preguntamos qué busca un hombre en una mujer y viceversa. Las respuesta obtenidas resultaban siempre vagas, imprecisas y muy generales. Como algo común que todas las personas buscan pero con tintes inmaduros. Amores únicos, posesivos, que nunca terminan de satisfacer a la persona que los demanda. Hombres que exigen a la mujer una demanda de amor que ella no puede colmar y mujeres que necesitan de pruebas de amor que no terminan de satisfacerlas. Digamos que lo que predomina mayormente en este tipo de pareja es un sentimiento de frustración, de insatisfacción que se va acentuando con el tiempo y termina provocando una fisura en la relación de pareja por donde se termina deshaciendo la misma. Si a esta dificultad le añadimos la existencia de niños de por medio, se acentúan mas los problemas pues los niños se convierten en moneda de intercambio de la neurosis de los padres, es decir, se usan para agredir al otro. Toda frustración en la pareja lleva a un sentimiento de rabia, agresividad que pulsa por destruirla. Lejos de salir de manera airosa de la misma, las parejas acaban en juicios, no cumpliendo los mínimos pactos de manutención y agrediéndose durante años a través de un rencor que les queda dentro por una vivencia frustrada de la cual ninguno ha salido bien parado.
Analizando a este tipo de personas, observamos que en la pareja han desplazados elementos inconscientes de la relación con sus respectivas familias. Es típico ver que la mala relación que una persona tiene con sus padres, termine de manera inconsciente desplazándola a su relación de pareja sin darse cuenta. Así mismo es común observar que unos padres separados, de mala manera, provocan en los hijos una identificación que les puede llevar generalmente a relaciones tortuosas de pareja e incluso a repetir también una separación de acuerdo al modelo parental que han vivido.
En el análisis de las relaciones de pareja, encontramos que la causa del malestar y el deterioro, siempre es el desplazamiento de las relaciones inmaduras que los sujetos tienen con sus respectivos núcleos familiares. Muchos de estos sentimientos están reprimidos durante la adolescencia y comienzo de la edad adulta y terminan exteriorizándose en las relaciones de pareja, de ahí que el psicoanálisis de pareja termina mostrando que las dificultades y problemas de pareja son la repetición de conductas antiguas del pasado que la persona no ha podido cambiar y ahora repite pero en la relación de pareja. Es decir, mantiene con la pareja la misma relación de conflicto que tenía reprimida o no con su familia.