“Tu familia o yo”. Esta
disyuntiva lleva a que muchas parejas ( 7 de cada 10 ) acudan a terapia bien
individual o conjuntamente porque se ha producido un conflicto donde un miembro
de la pareja se haya en la disyuntiva de tomar esta decisión.
Este planteamiento es
equivocado porque en cuestiones de pareja y familia, no debe proponerse una
alternativa tan agresiva. En primer lugar, hay que analizar los lazos
emocionales que se tienen con la familia y con la pareja pero nunca
compararlos.
La pareja, la familia,
el trabajo, los amigos, deben ser sumas en la vida de cualquier persona. Elegir
a la pareja “o” a la familia no es la solución, se debe elegir a la pareja “y”
a la familia. Cuando una persona no sabe relacionarse con la familia y con la
pareja debido a conflictos emocionales inconsciente o bien a que no sabe poner
límites, suele ser causa de desequilibrio dentro de la pareja. Para ello, debe
trabajarse el carácter inconsciente de la personalidad y ver dicha incapacidad
tanto para la falta de límites como para poder incluir en la vida psíquica la
vida de pareja sin tener que terminar con la vida de familia.
Son sumas pero con
límites. Sucede que no siempre se sabe o aún sabiéndolo, ciertos afectos como
la culpa inconsciente puede hacer creer a la persona que diferenciar a la
pareja de la familia, es abandonar a la pareja o a la familia. Y no es así.
Estos aspectos de la personalidad deben ser trabajados desde el psicoanálisis
para entender cómo ciertos inconscientes infantiles pueden estar interviniendo
en la vida del adulto. Podemos hacer también la lectura contraria: cuando una
persona no puede sumar pareja y familia, es porque está más cerca de una
sexualidad infantil familiar que de una sexualidad adulta de pareja. Este tipo
de trastornos, se curan con psicoanálisis.
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