El método psicoanalítico viene a mostrar que toda
acción, toda consecución, todo no logro está determinado por la estructura de
nuestros deseos inconscientes. Esto quiere decir que lo que para la conciencia
puede no tener sentido, si lo tiene para nuestro inconsciente. ¿Existe el
fracaso?. Para la conciencia si, pero no para el inconsciente. Toda acción,
todo acto, toda consecución humana siempre se lleva a cabo para algo o para
alguien. Fuera de esto, no hay realización ni acto humano, lo que viene a decir
que nuestras acciones están determinadas desde de la estructura de nuestros
deseos inconscientes. La palabra fracaso debe ser tomada como un trabajo
finalizado y con el método psicoanalítico podemos ir reconstruyendo los
elementos que se hizo y las herramientas que se pusieron a favor de la
construcción de dicho trabajo finalizado. Freud nos dice que desde el sueño
relatado- materia prima con la cual trabaja el psicoanalista- reconstruyo con
los instrumentos teóricos del psicoanálisis,
el deseo inconsciente que para satisfacerse, dio lugar a la aparición
del sueño soñado y del sueño relatado, deseo inconsciente que aparece
deformado, desplazado y condensado y que sin los instrumentos teóricos del
psicoanálisis, haríamos una lectura ingenua del sueño pero no psicoanalítica.
Si esto lo llevamos a un hecho acontecido en nuestra vida, donde consideramos que hemos fracasado,
nuestra materia prima sería “el fracaso contado” y con los instrumentos de
lecturas del psicoanálisis, somos capaces de llegar al deseo inconsciente que
se ha satisfecho en dicho fracaso. El fracaso suele venir con tarjeta de
presentación, es decir, viene dedicado a alguien. Y si no, se fracasa para
algo. Fracasar para alguien también es una manifestación latente de un deseo
sádico contra alguien. Los fracasos puede ser para la mama, el papa, la novia,
el novio, el hermano, el amigo. Por regla general, los fracasos se los
dedicamos inconscientemente a los seres queridos. En un segundo lugar cuando no
es así, el fracaso lo dedicamos a nosotros mismos, es decir, a nuestros deseos
masoquistas, donde la persona, cuando su intolerancia al triunfo está tocada
por cuestiones morales o religiosas, el fracaso es alimento para una tendencia masoquista
redentora. Se fracasa también para calmar el espíritu, para calmar la culpa. No
se puede por tanto entender el fracaso sin tener en cuenta la existencia de
nuestros deseos sádicos y masoquistas. De manera que analizado así, el fracaso
siempre es el triunfo de nuestros deseos sádicos y masoquistas.
lunes, 10 de marzo de 2014
HERRAMIENTAS PARA SER FELIZ. El triunfo de un fracaso
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