Un gran número de personas, situados frente a conflictos y
cuya solución se les hacía demasiado difícil, se han refugiado en la
enfermedad, alcanzando con ella ventajas que no se pueden negar aunque
demasiado caras a la larga. ¿Quñe ocurre cuando estas personas, frente al
psicoanálisis hablen y se den cuenta que ya no pueden huir ni refugiarse en su
enfermedad, viendo que no les queda mas remedio que curarse?
Tendrían que reconocer los instintos, las pulsiones, sus
deseos dominantes, afrontar el conflicto y combatir o renunciar a los deseos
inconscientes que por intolerables a la conciencia, les ha supuesto un
conflicto que les ha hecho enfermar.
Pero vamos a descartar algo, ya que los psicoanalista no
somos fanáticos higienistas o terapeutas que vamos por la vida queriendo salvar
a todo aquel que sufra de una enfermedad mental. Si se teme al psicoanálisis es
por su poder terapeútico pero bien es cierto que el psicoanálisis sólo es
efectivo con todo aquel que está dispuesto a afrontar su conflicto y resolverlo,
aunque para ello tenga que renunciar a las ventajas de ser un enfermo.
El psicoanálisis ha demostrado que no es idealista ni tiene
afan de curar a todo aquel que padezca de una dolencia del alma. Es más, el
psicoanálisis viene a dar cuenta que la curación de una enfermedad neurótica
puede incluso no ser beneficioso para el enfermo. Muchas personas se
preguntarán que si bien, liberar a una persona de todo aquello que la impide
ser feliz, ¿cómo no va a ser beneficioso? Muchas de las personas que se refugian
en la enfermedad no resistirían el conflicto que les supondría estar bien
frente a la familia o la sociedad. Sucumbirían rápidamente o incluso serían
capaces de causarse algún daño más grave para volver a recuperar su estatus de
enfermo, por lo tanto, el intento de curación serína más nocivo que su propia
enfermedad neurótica.
De aquí definimos, que el psicoanálisis no tiene intención de
curar, ya que estaría faltando el respeto al enfermo pues no sabemos, aunque
acuda a psicoanalizarse, si su deseo es o no curarse. Por lo tanto, el curarse,
es algo secundario para el psicoanálisis, es más, al psicoanalista no le tiene
que importar si el paciente quiere o no quiere curarse. Al psicoanalista, solo
debe interarse psicoanalizar al paciente, es decir, hacer entender la relación
que existe entre su enfermedad y sus deseos o impulsos inconscientes, causantes
del conflicto moral con su yo, que lo ha llevado al desearrollo de una
enfermedad mental para defenderse de si mismo. Por lo tanto, cuando una persona
enferma o con problemas acude al psicoanálisis, el psicoanalista no tomará la
decisión de su curación, sino que será el propio paciente, quien en el proceso
de su psicoanálisis, al ir entendiendo poco a poco el conflicto que le llevó a enfermar, en ese
camino hallará su propia curación.
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