En un estudio sobre la última generación
de varones comprendidos entre 20 y 30 años, se ha observado que padecen lo que
podríamos llamar el síndrome del varón castrado.
Se corresponde con un perfil de
personalidad masculina débil, inseguro, quejica, con dificultad para trabajar y
para los compromisos amorosos.
Este tipo de hombres provienen de un
modelo educacional materno anómalo. Nos encontramos con un perfil de madre muy
protectora que han eclipsado a la figura
paterna hasta el punto de tener muy poca presencia en la vida psíquica de sus
hijos.
Favorecida por las leyes jurídicas y
sociales, este tipo de mujeres han llegado a creerse que los hijos “son mas de
la madre que del padre” y esta creencia ha provocado una generación bastante
amplia de varones con impotencia psíquica para trabajar, tomar decisiones,
tener pareja, etc… es decir, se ha producido un sistema educativo que lejos de
fomentar la virilidad en el hombre, se le ha disminuido.
La madre para estos varones ha adquirido
el rango de “supermadre” que lejos de ayudarles a ser independientes y con
fuertes deseos en la vida, han provocado que sean muy dependientes
emocionalmente de ellas, con las repercusiones que en su vida sexual y
emocional ha producido.
Este tipo de varones buscan relaciones sexuales
variadas, incluidas las homosexuales, hacen uso de diferentes drogas y las
relaciones donde mejor encajan son aquellas donde la mujer ejerce el rol de
madre protectora.
Cuando tienen un hijo, el modelo educacional
lo están repitiendo por igual. El hijo queda a merced de la madre, la cual “se
apropia del mismo” y repite el mismo modelo. Impresiona la multitud de parejas que al año de tener un hijo
se rompen y la mujer se apropia literalmente del hijo o de los hijos, porque el
hombre no llega a alcanzar la categoría de padre en su relación de pareja.
Este tipo de varones, son hombres “hechos
a medias”, se quedan entre medio niños, medio hombres. Y observamos que son mas
hijos de su mujer que marido de la misma y padre de sus hijos. E incluso vemos
que desarrollan celos de sus propios hijos,
sintiendo a los mismos como rivales frente al amor de la mujer.
Estamos viviendo un momento de caos
educacional. Se han roto los modelos educaciones donde se incluía la figura del
padre como figura necesaria para fomentar la seguridad y la virilidad en el
varón.
Haber dado a la madre un poder absoluto sobre
los hijos y habérselo quitado al padre ha producido un modelo “afeminado de
hombres” que ahora no saben cómo enfrentarse al mundo competente que les está tocando vivir.
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