La felicidad puede considerarse un estado de placer
duradero pero no continuo en diversos ámbitos de la vida. Mientras unos buscan
la felicidad en el amor, otro la buscan en el trabajo, en la familia, en los
amigos, en los proyectos. Hay algo de humano en el concepto de felicidad pero
también hay un concepto ideológico tanto familiar, como social e individual que
“obliga” a veces a una felicidad que no es del todo cierta. Las personas buscan
“encontrarse” con ese algo que les falta, para que la sensación de vacío deje
de producir angustia y malestar. La felicidad puede considerarse un equilibrio
de varios afectos, sentimientos y deseos que se encuentran dentro de uno mismo,
lo cual viene a mostrar que la falta de felicidad puede ser el desencuentro con
lo que conscientemente no quiero encontrar. Siempre es fácil acusar a las
personas que nos rodean de nuestra falta de felicidad y sin embargo, pocas
veces cae la reflexión sobre uno mismo para darse cuenta que los obstáculos a
“ser feliz” parten de la realidad interior. Cierto es que la realidad externa y
las circunstancias de cada persona condicionan el modo de vivir, de amar, de
disfrutar y hasta de sufrir pero es la falta de “instrumentos psíquicos,
herramientas del alma” lo que hace que viviendo todos en la misma realidad, la
realidad sea tan diferente para cada persona.
Admiramos a las personas que han escalado en la vida y han logrado sus
objetivos. Hay ejemplos de superación, de trabajo que ponen en tela de juicio muchas
de las actitudes humanas, ya que desde el punto de vista psicoanalítico, si una
persona ha podido, otros pueden.
La primera inquietud a la cual deberíamos lanzarnos es
al análisis de los factores internos que nos llevan a sentirnos atrapados en un
laberinto donde muchas de nuestras situaciones en la vida se repiten una y otra
vez, con una cadencia que nos llega a producir una frustración permanente. El
sentimiento de “quiero pero no puedo” también podría darse la vuelta y ser un
“puedo pero no quiero”. ¿Hasta dónde estaríamos dispuestos a cambiar para
conseguir un mejor amor, un mejor trabajo, unas mejores relaciones sociales,
una gran esperanza de vida? Desde la fantasía, todos afirman que quieren, sin
embargo, el camino hacia la “supuesta felicidad” es un camino que supone
cambios y dentro de los cambios, siempre hay abandonos, lejanías, apartarse de
lo que no sirve, separarse de los recuerdos, enterrar las viejas fotografías. Quiero ser feliz,
quiero ser feliz pero ¿hasta dónde estaría dispuesto a cambiar para serlo? Y si
no estoy dispuesto a todo, aunque sea un poco, algo también es algo. (
CONTINUARÁ )
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