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domingo, 8 de septiembre de 2013

SOBRE LA PREDISPOSICIÓN A A LA CONDUCTA OBSESIVA COMPULSIVA



El problema de cómo y por qué una persona contra un trastorno obsesivo compulsivo, será la finalidad de este escrito. ¿Por qué una neurosis obsesiva y no una esquizofrenia o un trastorno somatoforme.?. Entre las causas de porqué en una misma familia, un hermano contrae un trastorno obsesivo y otro hermano una histeria, por ejemplo, nos hace pensar en una predisposicón de la persona. Las causas genéticas o hereditarias están descartadas dentro de las llamadas neurosis obsesivas. Hablamos de sucesos vividos por el individuo desde su mas tierna infancia, junto a los factores educativos familiares, como causantes del trastorno obsesivo compulsivo. ¿Desde qué orígenes debemos remitirnos? Nuestro yo, en su desarrollo, pasa por diferentes etapas. Hay una compleja y complicada evolución de la personalidad hasta llegar a su estado caractéristico en el adulto normal. Durante esta evolución, no siempre se desarrolla adecuadamente y en su progreso, observamos cuando psicoanalizamos a los pacientes obsesivos, que una parte de su desarrollo, se ha estancado y ha permanecido hasta la etapa actual es un lugar anterior del desarrollo, que llamamos “lugar de fijación” de manera, la persona ha retrocedido o se ha quedado detenida o fijada a esa etapa de su desarrollo mental.
El trastorno obsesivo presenta lo que llamaremos “una inhibición de la evolución” generalmente en el segundo periodo de la niñez (entre los seis y los ocho años ).
La neurosis obsesiva, se caracteriza por la aparición de síntomas de una manera temprana. Es muy importante el papel que desempeñan los impulsos de odio dentro del toc. Los sujetos analizados, refieren haber tenido conocimientos precoces sobre los asuntos sexuales, desde la más tierna infancia que de un modo activo trataron de imitar o bien, de un modo pasivo ejercieron una represión sobre el conocimiento precoz de la sexualidad y quedo relegado a fantasías sexuales donde la persona adquiría una posición pasiva frente sus deseos sexuales.
Durante el comienzo de la pubertad, estos descubrimientos sexuales quedan reprimidos y relegados al olvido, hasta que en un momento bien de la adolescencia o comienzo de la edad adulta, hacen eclosión y aparecen con fuerza en la conciencia. De este modo, la organización sexual queda detenida o se establece en una disposición a la neurosis obsesiva por unos condicionantes, entre ellos la moral, que determinan la sexualidad de la persona pero desde un estadio anterior a su evolución.
Podemos decir que las personas que padecen un trastorno obsesivo compulsivo, su sexualidad ha quedado detenida en una fase anterior a la sexualidad propiamente adulta. Fase en la que los impulsos sádicos jugaban un papel muy importante en el desarrollo sexual de la persona.
La disposición de la persona a mostrar sus tendencias sádicas guardan relación con una posición activa y la disposición a la tendencia masoquista supone ya una transformación del sadismo en masoquismo por desplazamiento sobre el propio yo. El masoquismo no deja de ser el sadismo pero vuelto hacia la misma persona.
Una persona con toc, padece de sexualidad inmadura, es decir, su sexualidad es infantil, en el sentido que su libido sexual ( energía ) está detenida en una fase del desarrollo sexual donde las tendencias sexuales violentas o sádicas deben ser reprimidas o civilizadas.
Decimos que el tokiano es una persona que no ha podido civilizar del todo sus tendencias o impulsos sádicos, siendo estos, los que producen el conflicto moral en el yo. El tokiano tiene fantasías de hacer o de hacerse daño y semejantes fantasías o pensamientos le producen un sentimiento moral de culpa que le lleva al “autocastigo” para calmar su penoso sentimiento de culpa por los “aberrantes pensamientos agresivos que tiene”. La formación de rituales, manias, fobia, angustia que la persona presenta, son modos de “contención” sobre sus deseos sexuales sádicos. Cuando no hay rituales, la persona puede vivir su neurosis a través de pensamientos inútiles que se le repiten una y otra vez, de manera contínua pero que agotan completamente a su yo, dejándole fatigado y a la vez calmado.
En el trastorno obsesivo compulsivo, hay una continua balanza o equilibrio entre la aparición de los deseos o impulsos sádicos y en su transformación en lo contrario: en un masoquismo moral pero vuelto hacia la persona. Es un hacer y deshacer. El obsesivo vive haciendo y deshaciendo y en esto, se le va la vida, digamos que toda su energía queda “secuestrada” en reprimir o “atar” a la mala persona que él mismo se siente. Cuando no lleva a cabo sus rituales, surge la angustia porque tiene la certeza de que sus malos pensamientos, se van a realizar. Solo la repetición, el ritual, el pensamiento obsesivo impuesto es capaz de calmar este penoso sentimiento de culpa que aparece en el tokiano. ( continuará )

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