Los celos llamados proyectados, nacen tanto en el hombre como en la mujer, de las propias infidelidades del sujeto o del impulso a cometerlas; relegado, por la represión, a lo inconsciente. Sabemos que la fidelidad que se exige sobre todo en el matrimonio, lucha siempre con incesantes tentaciones. Precisamente aquellos que niegan experimentar tales tentaciones, sienten tan enérgicamente su presión que suelen acudir a un mecanismo inconscientes para aliviarla, y alcanzan tal alivio e incluso una absolución completa por parte de su conciencia moral, proyectando sus propios impulsos a la infidelidad sobre la persona a quien deben guardarla. Las costumbres sociales saben y han tenido en cuenta la atracción que ejerce la mujer casada como el hombre comprometido. Y la inclinación a la infidelidad se hace inofensiva tolerando estos deseos de ser infiel, satisfaciéndolos en el objeto propio, lo que equivale a un cierto retorno a la fidelidad ( esta satisfacción es en calidad de fantasía y la persona con deseos de ser infiel fantasea en la cópula como si estuviera con la persona que desea ). Pero el celoso se niega a reconocer y a satisfacer sus deseos de esta manera. Los celos proyectados, tiene un carácter casi delirante y el psicoanálisis descubre las fantasías inconscientes subyacentes cuyo contenido es la propi infidelidad. El celoso proyecta sus deseos de infidelidad sobre su pareja: " no soy yo quien desea ser infiel sino que es ella ella " o " no soy yo quien desea aconstarse con otra persona sino que es él ". Este tipo de celos es muy frecuente y es debido a una moral sexual reprimida que impide reconocer en el celoso que quien tiene deseos de ser infiel es él pero como su moral no se lo permite, " proyecta " y acusa a su pareja de tenerlos, para queda exhento de dicha culpa.
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