Todos los pensamientos que aparecen en nuestra conciencia, tienen un sentido inconsciente por muy incongruentes y faltos de sentido que nos parezcan. A veces, llegamos a sentirlos como extraños y ajenos a nuestra manera de ser, pero tienen su propio significado. Nos sorprendemos de nosotros pensando o deseando cosas ilógicas o desagradables hacia nuestra pareja, familia, hijos, amigos y nos sentimos mal y hasta culpables por la crudeza de los mismos
¿Cuando me peleo con mi pareja, un familiar, un hijo, un amigo o un compañero y me vienen pensamientos o deseos de matarlo, es que realmente quiero matarlo? ¿Si siento un deseo sexual hacia mi compañero de trabajo eso significa que ya no quiero a mi novio o marido? ¿Por qué mi pareja me maltrata y a pesar de ello le sigo queriendo?
Los sentimientos pueden llegar a ser tiránicos, esclavizándonos a una manera de sentir o pensar que nos provoca malestar y deterioro personal.
El ser humano es ambivalente, en él existe la posibilidad de crear y destruir, de amar y odiar, porque en nosostros anida la capacidad de crear vida pero también producir la muerte.
Son los científicos quienes inventan una máquina para detectar el cáncer pero también son los que inventan armas de destrucción masiva.
La misma persona a la que amaba cuando estaba enamorado, es la que ahora odio. Creemos poder controlar nuestros sentimientos, pero son ellos quienes nos controlan a nosotros.
NO LO OLVIDES. Cuando el odio, el amor, los celos, la envidia, la soberbia, el narcisismo, la arrogancia, la pereza, la infidelidad etc… nos crean malestar porque son más fuertes que la razón, estamos siendo víctimas de la tiranía de nuestros sentimientos.
Treinta años de estudios, sobre más de cincuenta mil pacientes, nos permiten afirmar que los trastornos y desequilibrios emocionales que padecemos son el resultado de un conflicto psíquico moral, entre la razón y la parte inconsciente amoral de la personalidad.
Pensamientos, deseos, afectos, sentimientos, emociones que aparecen en la conciencia y no comprendemos su sentido, pueden ser causa de conflicto, desequilibrio, alteración y perturbación que acaban enfermando la conciencia.
Aparte de las necesidades económicas, tenemos necesidades afectivas, emocionales y sexuales satisfechas, pudiendo sufrir tanto por exceso como por defecto. Uno puede sentirse mal cuando ama pero también cuando le falta el amor. Cuando amamos a una persona, se puede sufrir por la aparición de los celos, pero no amar a nadie para no sentir celos, también puede ser doloroso.
En apariencia, sabemos lo que queremos a nivel emocional y sin embargo, no siempre lo logramos. ¿Por qué se me repiten los mismos problemas con el amor, el trabajo, la familia o los amigos?
El psicoanálisis ha descubierto que lo que queremos conscientemente, a veces, no coincide con lo que deseamos inconscientemente.
DIFICIL DE ACEPTAR. Tanto lo que tenemos como lo que nos falta en la vida, es producto de nuestros deseos inconscientes.
Pero ¿cómo voy a querer o a desear a una persona que me hace daño? ¿Por qué continuo en un trabajo dónde me explotan? ¿Por qué las personas que mas quiero son las que peor me tratan? ¿Por qué siempre me engañan o me traicionan las personas que quiero?
La respuesta está en uno mismo. Por increíble que parezca, todos tenemos necesidades que son del orden del dolor, del masoquismo, del sadismo y de la perversión, las cuales, pueden llegar a convertirse en una forma de vivir.
Las relaciones tortuosas a medio y largo plazo y que nos producen dolor, pueden crearnos hábito y dependencia emocional hacia la persona que nos lo inflige. Es una drogodependencia emocional que aún haciéndonos daño, la necesitamos para vivir.
MUY IMPORTANTE. El dolor, el amor, el sadismo, el masoquismo, el odio, la venganza, los celos y los deseos sexuales perversos e insatisfechos pueden convertirse en una forma de vivir para muchas personas.
CASO CLÍNICO. Acude a consulta una pareja de 49 y 45 años de edad. Dicen querer separarse tras llevar más de 18 años de convivencia. Su vida matrimonial y de pareja ha sido un infierno. Se han peleado y separado varias veces pero una fuerza poderosa y extraña les lleva a unirse de nuevo. La última vez, él la agredió físicamente a ella, tuvieron un juicio rápido y a él se le prohibió la cercanía al hogar. Dos días después su mujer lo llamaba para que volviera a pesar de la orden policial existente. Tras un mes de luna de miel, vuelven a agredirse y esta vez, ella lo denuncia por violación. Vuelven a juzgarlo a él y esta vez lo encarcelan. Al mes y medio, ella retira toda denuncia y cargos contra él para que le suelten de la cárcel. El Juez, cansado de tanta neurosis, pide una valoración psicológica que pone al descubierto la existencia de una relación de pareja sadomasoquista. El hombre proyectaba sobre su mujer la relación amor odio que tuvo con su madre y la mujer proyectaba la relación amor odio que vivió con su padre. Tras dos años de tratamiento, han encontrado nuevas formas de goce que no tienen que ver ni con el sadismo ni con el masoquismo.
¿Quién no ha sentido odio y rencor por una persona querida y no poder separarse de ella?
¿Has sentido alguna vez culpa por desear a otras personas que se hallaban comprometidas?
¿Quién no sueña con lograr una mejor posición económica aunque para ello tenga que traicionar sus ideales o creencias?
¿Cuántas veces has sentido culpa por desear el mal a una persona?
¿Cuántas veces hubieras dado rienda suelta a todos tus deseos y pasiones sexuales si tu moral reprimida no te lo hubiera impedido?
Las personas tenemos deseos y necesidades afectivas, emocionales y sexuales que nos gustaría satisfacer pero las silenciamos por vergüenza, ya que nuestra moral, nuestra ideología personal o familiar nunca la aceptaría.
Los conflictos entre la moral y ciertos deseos inconscientes, son causa de la mayoría de los trastornos mentales. En la depresión, el trastorno obsesivo, la ansiedad, los ataques de angustia, la impotencia, la frigidez, la eyaculación precoz, la bulimia, la anorexia, etc, encontramos un conflicto emocional o sexual inconsciente con la moral sin resolver.
El yo -la conciencia-, se halla entre el mundo de la realidad y el mundo interior inconsciente. Estamos sometidos constantemente a tentaciones que ponen a prueba la fortaleza de nuestra moral y de nuestra ética. A veces sucumbimos a nuestras tentaciones y otras veces las reprimimos. Sin embargo, todo lo reprimido permanece latente en el inconsciente pudiendo retornar de manera inesperada en la conciencia y provocar conflicto y malestar.
De ahí que muchas de las actuaciones o formas de comportamiento del ser humano, son conductas de evitación para no tener el conflicto que producen la aparición de sentimientos, deseos y afectos contrarios a nuestra educación y a nuestra moral y ética.
CASO CLÍNICO. Mujer muy guapa de cara, de 28 años pero bastante obesa. Sufre de ataques de angustia y ansiedad que la hacen desmayarse en público y acudir a urgencias. No puede dejar de comer. Ha intentado varias veces ponerse a régimen y cada vez que logra llegar a su peso ideal, le aparece un estado de nerviosismo que la lleva de nuevo a engordar. El caso fue diagnosticado de histeria. Esta mujer, cada vez que adelgazaba provocaba auténticas pasiones entre los hombres de su trabajo y ella se daba cuenta pero no quería verlo porque se le despertaban ciertos deseos sexuales intolerables para su conciencia que le hacían rechazar de manera inconsciente su estado actual de belleza. La única manera de no llamar la atención de los hombres era engordando y deformándose, pero aún así, no podía evitar la aparición de deseos sexuales que le producían un verdadero conflicto moral en su conciencia, cuya represión se manifestaba en ataques de angustia y ansiedad.
CASO CLÍNICO. Joven de 18 años, hijo único con dependencia emocional a una madre rígida y desapego a un padre insignificante. Presenta fracaso escolar y desde hace unos meses, miedos, angustia, ansiedad que al psicoanalista le hace pensar en un terror virginal a las mujeres aún deseándolas. El psicoanálisis descubre la existencia de un Complejo de Edipo (enamoramiento hacia la madre). Cada vez que aparecían los ataques de angustia, al padre le echaban de su cama y el hijo ocupaba su puesto junto a la madre. El joven reconoció que la cercanía del cuerpo de la madre le despertaba “cierto picor genital “. La madre padecía de una neurosis donde negaba inconscientemente que su hijo había crecido y seguía dándole un trato infantil. Para no herir sus sentimientos, de manera sutil y cuidadosa se le aconsejó que no se volvieran a meter en la cama al hijo a pesar de que este se angustiara. Actualmente el joven está más tranquilo y va aprobando alguna asignatura.
CASO CLÍNICO. Santi y Pepa, ambos casados con sus respectivas parejas, se conocieron hace un año en la misma empresa. En el breve espacio de un mes, se desarrolló una intensa amistad que llamó poderosamente la atención a sus compañeros de departamento. De la noche a la mañana comenzaron a llevarse mal y a discutir hasta el punto que fueron separados por el mal rollo que producían. La Jefa de Recursos Humanos, psicóloga y con formación psicoanalítica pudo darse cuenta (por una experiencia personal similar) que entre Santi y Pepa se habían despertado de unos sentimientos y una pasión desaforada que ninguno de los dos toleró y al ver la posibilidad de una cercana satisfacción, para no caer en la tentación de una infidelidad conyugal, tuvieron que poner freno a sus sentimientos a través de la pelea y la discusión. Pero la Jefa de Recursos Humanos sabe que aunque se lleven mal y estén separados por varios biombos, se siguen deseando.
INCREIBLE, PERO CIERTO. Si te llevas demasiado bien con una persona y la relación se tuerce repentinamente hasta acabar en discusión o pelea puede ser debido a la aparición entre vosotros de deseos amorosos o sexuales intolerables para la moral y la conciencia.
A TENER EN CUENTA. Muchos casos de mobbing, lo que esconden es una pasión amorosa o sexual que se desarrolla inconscientemente entre las personas y a su vez se reprime de la conciencia por ser contraria a la moral de la persona.
CASO CLÍNICO. Importante Empresa Nacional. Empleada deprimida y de baja desde hace varios meses. Acusa de mobbing a su Jefe, hombre austero, seco, distante y de pocas palabras. Él reconoce que ella le pone nervioso y ella reconoce que él la pone nerviosa. Ambos son dos nerviosos. Cada vez que se juntan para trabajar, saltan chispas. Tras dos meses de couching emocional con él, se descubre la existencia de un deseo sexual inconsciente de carácter sádico que le despierta su empleada cuando ésta muestra su carácter infantil y rebelde. La empleada refiere haber sufrido el carácter violento y machista de su padre muerto hace dos años. A pesar del trato recibido, le quería y su muerte le ocasionó una profunda melancolía no superada actualmente. Mediante un complejo mecanismo de identificación, desplazamiento y proyección, la empleada puso a su Jefe en el lugar del padre muerto, de manera que volvieron a activarse en ella la ambivalencia de sus sentimientos hacia su padre: amor y odio.
El carácter de su Jefe se le hacía intolerable ya que lo amaba por recordarle al padre muerto pero a su vez lo odiaba porque despertaba en ella un sentimiento de amor prohibido. El caso del “supuesto mobbing “se resolvió cuando ella pronunció la frase: “no te vayas a creer que estoy enamorada de mi Jefe (o sea, de mi padre)“
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