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domingo, 27 de julio de 2014

LA AGRESIVIDAD EN LAS PAREJAS

“Llega a consulta una pareja. Llevan juntos casi dos años. Han entrado en una profunda crisis y se plantean la separación por los niveles de agresividad a los cuales han llegado. Ella refiere que él la contradice en todo y él dice que ella trata de imponer siempre su razón. Llegan a discutir por lo más vano. Hasta el modo en dejar un vaso sobre la mesa sirve para producir una discusión. Después de llegar incluso a empujarse, terminan calmándose. Ella llora y él no comprende por qué han llegado a esta situación.
En la primera entrevista con la mujer, comenta que él viene de una separación y piensa que eso siempre ha influenciado en la relación, porque cree que él la compara siempre a ella con su exmujer. El chico comenta que quien empieza las discusiones siempre es ella y no entiende cómo acaba discutiendo si él no quiere discutir pero que ella pone el “capote” y él “entra al trapo”
La mujer relata que con el padre y sus dos hermanos siempre ha tenido enfrentamientos, que son machistas y siempre han tratado de imponerse a ella y que desde muy pequeña tuvo que callarse y aguantar el modo en que trataban a ella, a su hermana y a su madre. Dice que no quiere que su futuro marido se la imponga y por eso salta a la mínima. Sin embargo, el psicoanalista escucha que en algo ella defiende la posición del padre y de los hermanos pero no lo sabe. De manera inconsciente busca la pelea, el sometimiento para revivir lo que en un momento dado le dio un goce masoquista pero no lo sabe. Ella produce agresividad en la pareja para reproducir de un modo inconsciente aquello que vivió sin saber que vuelve a repetir. Sin saber que repite.
Le señalo si no habrá envidia a la figura masculina. Comienza a molestarse conmigo y empieza a discutir en consulta del  mismo modo como discute con el marido, con el padre y los hermanos. Le comento que es algo que le pasa con la figura de los hombres cuando empiezan a ser importantes para ella.
Hay por lo tanto un incipiente masoquismo moral que le hace atentar contra lo que ama y simultáneamente recibir un castigo por la culpa que siente pero ella no lo sabe.
El marido no puede entender qué le lleva a ella a querer enfrentarse a él permanentemente. Reconoce que le pasa igual con los hombres de su familia. Y sigue sin saber porque acaba entrando a lo que “ella le pide” pero él acaba agrediéndole. La pone la horma a su zapato. El de un modo inconsciente le da lo que ella le pide, porque la ama aunque luego se arrepienta.
Hay una lucha de egos, ella siente vive con cuatro hombres- su marido y sus tres fantasmas infantiles- . Pero él no tampoco sabe que frente a ella es un hombre rivalizando. Es una relación de espejo. Para ella, son cuatro hombres, para él es un hombre. Digamos que su agresividad se impone porque tratan de ser para el otro lo contrario de lo que deberían ser. Son más una pareja de homosexuales que de heterosexuales. Ser diferentes, aceptar que ella no es él y que él no es los otros les enfrentaría hacia las diferencias sexuales, por lo tanto entrarían en el registro de la heterosexualidad, por lo tanto de la mortalidad. Un más allá de su familia, un más allá de lo eterno a lo que ambicionan ambos pero que no les sirve a ninguno de los dos.
Lo que no toleran es ser hombre y mujer que es lo que verdaderamente produce agresividad.
Una mujer-hombre, se enfrenta a la intención del otro hombre-hombre en la comunicación verbal.
En la pareja la agresividad se desencadena
1.- Frente a la imagen del otro. El otro hace de matriz reflexiva, muestra un recuerdo, una frase, lo que llamamos un fantasma afectivo y desde ahí se dispara la agresividad con ánimo de eliminar lo que de mi,  él otro es mi reflejo. Veo réplicas de mí mismo. Y de ahí lo rechaza, lo quiere agredir,  lo que es imagen de sí mismo.
2.- Frente a la envidia masculina en ella.
3.- Cuando la imagen del otro es un recuerdo de lo que fui, de lo que soy, del padre o de la madre nutriz.
4.- Frente a los celos que supone la imagen de no completud del otro, es decir, su no pertenencia.
5.- Frente al narcisismo de las pequeñas diferencias.- las correcciones, las opiniones, la falta de humildad, la aceptación del error, etc-
6.- Frente al narcisismo de no reconocer el bien o el goce que el otro me proporciona. Es del orden de la no aceptación. De la ingratitud.

7.- Agresividad con darle una posición al otro tanto a la hora de someter como la de ser sometido. Son las relaciones del orden del sadismo y masoquismo. De la dominancia y de la dominación.